Cisterna Basílica

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La Basílica de la Cisterna o Yerebatan Sarnici está situada frente a la Hagia Sofía en el distrito histórico de Estambul-Sultanahmet. El emperador Justiniano hizo construir este imponente edificio en el siglo IV para abastecer de agua al Gran Palacio. Se podrían almacenar más de 80.000 metros cúbicos de agua en una superficie de 9.800 metros cuadrados. En aquella época, el agua procedía del bosque de Belgrado, al oeste de Estambul, y abastecía a toda la casa imperial.

Palacio hundido

Las columnas de los antiguos templos sobresalen del agua, por lo que la basílica de la Cisterna suele llamarse "palacio hundido". Las 336 columnas fueron traídas de otros templos y edificios de la época y tienen ocho metros de altura. La música suave, la iluminación y la condensación que gotea suavemente del techo evocan una atmósfera casi mística en la impresionante bóveda para los visitantes. La cisterna se puede explorar a través de pasarelas de madera, y numerosos peces pequeños revolotean en el agua. Dos columnas en la parte posterior de la Basílica de la Cisterna son especialmente impresionantes: están sostenidas por cabezas de Medusa invertidas. Supuestamente, las dos cabezas se colocaron allí para ahuyentar a los espíritus malignos.

Especialmente en verano, cuando Estambul vuelve a sufrir una ola de calor, una visita a la Basílica de la Cisterna puede ser una forma maravillosa y también muy impresionante de refrescarse.

En 1985, la cisterna fue ampliamente renovada y se retiraron más de 50.000 toneladas de lodo.

Los fans de James Bond tendrán una experiencia déja vu en la cisterna de Estambul, ya que las escenas iniciales de "Love Greetings from Moscow" se filmaron aquí.

Al final del recorrido, un pequeño café subterráneo espera a los visitantes, donde pueden volver a disfrutar de la atmósfera mística del lugar a la luz de las velas. La cisterna está abierta a los visitantes todos los días de 9 a 17.30 horas. La entrada cuesta 10 liras turcas, el equivalente a unos 4 euros.

Consejo personal

La Basílica de la Cisterna es comparativamente pequeña y, a diferencia de la Mezquita Azul o de Santa Sofía, apenas puede competir con los numerosos turistas. Para evitar las largas colas, hay que aventurarse a visitarla muy temprano o a partir de la tarde.